La tranquilidad que una vez definió a Ciénaga como Edén terrenal, se ha visto eclipsada por un aumento alarmante en la violencia. En 2023, la tasa de homicidios alcanzó la cifra de 67, pero al llegar a mediados del mes de septiembre de 2024, ya hemos superado esa marca con 78 homicidios violentos. Este incremento de 11 casos en tan solo de lo que va el año no es solo un número; es un grito desesperado que resuena en cada rincón de nuestra comunidad.
El balance a corte 15 de septiembre dice que van 7 asesinatos y se detallan de la siguiente manera:
4 de septiembre: Jhon Jairo Lerma
9 de septiembre: Jesús Ramírez Flores (Murió 14 SEP)
9 de Septiembre: Daniel Moran González
10 de septiembre: Neiro Serrudo Pacheco
12 de septiembre: Ramón Mazzilli Bovea
14 de septiembre: Elías Miranda Escobar
14 de septiembre: Alfredo Rojas Ayala
Esos son los que murieron pero tampoco hay que olvidar de los que recibieron atentado y se salvaron.
La sensación de inseguridad se ha apoderado de los habitantes. Las familias viven con el temor constante de convertirse en estadísticas, y la vida cotidiana se ha visto alterada por la sombra de la violencia y más cuando te hablan al parecer de arma de largo alcance fusil y Pajiza. Los residentes observan cómo el miedo se infiltra en sus hogares y sus corazones, mientras las autoridades parecen atrapadas en un ciclo de promesas vacías y respuestas ineficaces.
Es inquietante ver cómo, a pesar del aumento significativo en los homicidios, las acciones concretas para abordar esta crisis siguen siendo insuficientes. La comunidad necesita más que palabras; requiere un plan estratégico que incluya medidas preventivas y una mayor presencia policial ó si es caso ¡EL EJÉRCITO EN LAS CALLES!.
El silencio oficial solo alimenta la desconfianza y el sentimiento de abandono entre los ciudadanos.
No podemos permitir que este aumento se normalice. Cada homicidio representa una vida perdida, una familia destrozada y un futuro truncado. La responsabilidad recae no solo en las autoridades locales, sino también en nosotros como sociedad. Es momento de unirnos y exigir cambios reales que garanticen nuestra seguridad.
El clamor popular debe ser claro: necesitamos acciones contundentes para frenar esta ola de violencia. Ciénaga merece vivir sin miedo, y es hora de que nuestras voces sean escuchadas.
No podemos seguir siendo meros espectadores del deterioro de nuestra comunidad; debemos ser agentes del cambio.
La lucha por la seguridad y el bienestar de Ciénaga no puede esperar más.