El mundo se despide del Papa Francisco, quien falleció hoy a los 88 años. Su nombre, más que un título, se convirtió en un símbolo de esperanza y cambio dentro de la Iglesia Católica y más allá. Leonardo Boff lo describió acertadamente: “Francisco es más que un nombre, es un modelo de iglesia”.

Durante sus 12 años de papado, Francisco se destacó como un defensor incansable de las diferencias y un firme aliado de los más vulnerables, incluyendo mujeres y niños. Su lucha contra la pedofilia en la iglesia fue notable; trabajó arduamente para enderezar una institución marcada por escándalos y abusos.

Su muerte coincide con un momento en el que el mundo enfrenta desafíos significativos, como el auge del extremismo y regímenes autoritarios que atacan a las minorías. En este contexto, su legado resuena con mayor fuerza. A través de sus encíclicas, dejó un mensaje claro: el amor al prójimo y la protección del planeta deben ser prioridades innegociables.

Francisco fue considerado una de las mentes más brillantes del mundo en defensa del amor y la compasión. Su verbo amoroso perdurará en las enseñanzas que dejó atrás, inspirando a futuras generaciones a seguir su ejemplo.

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